domingo, 15 de mayo de 2011

Falso dilema

Se frenó el auto en el semáforo, y enseguida el copiloto, arrojó la frase hecha, ni se te ocurra pasar en rojo, mejor perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto, la frase suena irrefutable, el piloto, le sugiere a su copiloto, que llene cada una de las partes de la frase con un sentido, qué es lo que pasa en el minuto en el que se pierde la vida, si ese minuto la incluye a ella, y si esa vida ganada, con el minuto perdido, implica necesariamente su alejamiento, o si ese minuto perdido con el fin último de ganar una vida, no es causa de su alejamiento. Y así es como resolvía cualquier tipo de dilema, cualquier, qué es mejor qué. Y así esta noche, cuando cene con ella, elegirá el arroz por sobre la hamburguesa, y elegirá comerlo grano por grano, para demorar el momento en el que ella dirá, ¿me tirás hasta mi casa?

martes, 10 de mayo de 2011

Cerebro

Tardaba en responder, exactamente, lo que tarda una lectora en leer un cd sucio, con esa especie de rezongo, por no encontrar no se qué, lo complicaban todas las preguntas, aún más las que eran sencillas, pero, por el contrario del cd sucio, uno no podía extraerle el cerebro y pasarle una franela, y probar nuevamente, y el disco empezando con “Big City bright lights!” de Spacemen 3, y él que ni siquiera balbucea, quizá tardaba en respondernos, porque nosotros éramos copias, plagios de otros seres humanos originales, a los que él les respondería mucho más rápidamente que a nosotros.
Tardaba en responder, más o menos, para que se hagan una idea, lo que tarda un viejo en sacar un boleto, un viejo al que ineludiblemente, se le traban las monedas y solicita la intervención del chofer que termina sacándole el boleto por sus propios medios, mientras se acumula gente en la fila, y el chofer quiere cerrar, pero uno se queda abajo, y se viene el intercambio de puteadas, un poquito más arriba, así cierro, ahí estamos, apretados, ansiosos, por recibir su respuesta.
Para dialogar con él, uno tenía que estar predispuesto, como uno se predispone para llamar a reparaciones, porque estamos sin teléfono hace un par de días, su cara de desconcierto posterior a la pregunta, era para nosotros, que éramos tan dependientes de él, como una música funcional, que vuelve a comenzar una y otra vez.
La lectora no quiere leer el cd, el viejo aún no sacó de sus bolsillos las monedas, la música funcional suena, él no responde, y la tensión aumenta, a la par de la definición por penales en el partido de copa, ¿hoy hay partido de copa?, se habían preguntado más temprano, y se habían respondido también a si mismos, cómo no va a haber partido de copa, si hoy es miércoles, suena el silbato final, y comienza la espera por la definición, directores técnicos corriendo para todos lados, confeccionando a toda velocidad la lista de ejecutantes, los masajistas trabajando en los glúteos de los futbolistas, y una ronda inmensa que se forma en la mitad del campo de juego, con todos los jugadores abrazados, y algún que otro rezo, el árbitro que le da la última indicación al arquero, le pide que no se adelante, y cuando el número 16 de Cerro Porteño está dispuesto a patear el primer penal, su boca se empieza a mover, parece que nos va a responder, finalmente sabremos si fue el quien lo mató, casi lo ataja eh, pero casi, Cerro Porteño 1, Gremio de Porto Alegre 0.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Los amigos de Timmy

Cruzar Los Andes es groso, está bien, pero groso en serio es cruzar la popular de la cancha de Los Andes con una camiseta de Temperley puesta, con caballo, o sin caballo, pero preferentemente sin fierro.
A Samsón cuando le cortaban el pelo perdía la fuerza, cuando se hacía las rastas también, pero ya no necesitaba fuerza, ahora estaba con el mambo de las "buenas vibras" y escuchaba a Lee Perry con los pibes.
Samsón fue al médico (apuñalado en el estadio Gallardón), con sus rastas y su casaca del gasolero, le sanaron la herida pero le detectaron codo de tenista.
Fue a jugar a la pelota con los pibes y en una dividida le rompe la boca de un codazo a su amigo de la infancia, que le dice, ¿Qué carajo te pasa Sampras?, a lo que Samsón responde, tuviste suerte, si te hubiera agarrado sin las rastas estarías muerto.

Claudio Washington Samsón es amigo de Timmy Herbert, actualmente vive en Dallas y se dedica a la carpintería, aún intercambia correspondencia con Timmy a la distancia.