miércoles, 15 de junio de 2011

El destino de nuestros envases

Timmy enroscado, como una tapita de una cerveza no retornable, como el envase mismo, con un destino inexorable de ruptura contra el cordón de la vereda, un Timmy multiplicado en cada uno de esos vidrios rotos, arrastrándose como un manojo de lombrices, con destino de vaso de plástico y carnada de una mojarrera. Ahora Timmy es carnada, y que bien le sienta el anzuelo, le queda pintado, en manos de un pescador torpe, incapaz de elegir un lugar donde haya pique, un pescador al que ni siquiera le da para mentir, saqué uno así de grande, un pescador que cuando se junta con sus amigos, les dice, miren, dejando entre los dos dedos de su mano izquierda el espacio para que entre una cucaracha, y ellos ríen, como si les hubiera dicho que pescó un tiburón en las playas de Acapulco. Timmy se saluda con un pez, le da los buenos días, el pez lo besa sin morderlo, Timmy lo seduce, lo invita a morder, el pez muerde, el pescador inepto ahora es feliz, tiene en sus manos una pequeña mojarrita, y mientras el pescador quita el anzuelo, Timmy sale de la boca del pez, arrastrándose de regreso al vaso, a saludarse con las múltiples timilombrices, que ya nunca volverán a ser un solo Timmy.