El cd rayado proyectado en tu rostro, el cd es trucho,
grabado, comprado de una manta en la calle Rivadavia y tiene mis canciones
preferidas, el cd proyectado en tu rostro que se vuelve tornasolado, un
narcoiris fabricado en ¿tierra del fuego? ¿ en china?, un teltron de 74 minutos
de duración. Un cd rayado, imposible de salvar ante los vanos esfuerzos de la
remera de algodón que lo frota como si fuera una lámpara mágica. Un cd rayado
con destino de rayos de bicicleta playera, a rayarse una y mil veces más,
dañando la música que siempre hacía ver tan corto nuestro coito, de manera
definitiva, y en conexión directa con todas las pelotitas de tenis adheridas a
las antenas de los autos, colocadas ahí, ¿en homenaje secreto al gran Guillermo
Vilas?, ¿como forma de comunicarse con posibles alienígenas?, el cd rayado, y
la falsa ilusión de que con un fibron negro indeleble podemos definirlo,
podemos escribir lo que queramos, un potencial frisbi luminoso, que arrojaré y
volverá, filoso, a cortar mi cabeza en dos
para que la pesen en una balanza por separado y le otorguen un premio al que
acierte el kilaje exacto, con la zozobra del boxeador que se estuvo cuidando
con la comida porque va a pelear una categoría por debajo de su peso habitual, el cd rayado, yin y yang
de la psicodelia, el cd rayado.
viernes, 13 de diciembre de 2013
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