jueves, 19 de abril de 2012

Mortal Kombat

El joven se acerca al puesto de venta y decide aprovechar la promoción, seis fichas por dos pesos, deambula por el lugar, observa el fallido intento de un adolescente por sacarle un peluche a su novia, mira la escena, gastan una ficha tras otra, son jugadores compulsivos precoces, están endeudados, han vendido sus walkmans, cassettes prestados por sus amigos, los ahorros de todo el año para el Sega, todo por comprar más, más y más fichas, de tanto en tanto sacan algún oso, pero eso no hace otra cosa que enviciarlos e ir por más, en pensar en más osos, la codicia humana sin límites, y esa monstruosa máquina, templo de la cursilería, metáfora inmejorable de la claustrofobia, el joven saca dos fichas de sus bolsillos y las hace crujir entre sí, le gusta como suenan, a metros un niño de cuatro años piensa que juega pero no juega, aprieta botones y se ríe de lo que pasa en la pantalla, una pandilla se apropia de los juegos de carrera de autos, fantasean con ser grandes corredores, una vieja se acerca y dice que son los futuros atropelladores de embarazadas, los mira y los imagina en las placas de los noticieros, enjuiciados, pegado a las carreritas, un hombre solo, de unos sesenta años, jugando al Mortal Kombat, le brillan los ojos con cada truquito que le sale de casualidad, al joven le da ganas de insertar la ficha en la ranura y desafiarlo, duda, busca en sus pantalones de jeans algún tipo de relieve, alguna señal que le indique la presencia de algún arma de fuego, aparentemente no tiene nada, ese cuadrado se parece más bien a un atado de cigarrillos de veinte de tipo box, el joven inserta la ficha y elige a su personaje preferido, es Sub Zero, el hombre que con su frialdad le recuerda a ella diciéndole que no sentía lo mismo que él, pero no importa, porque a él le gusta ser Sub Zero pero en la vida real es un Tchan Sung, un camaleón, un tipo que se convierte en los demás tipos y sale a pelear con eso, empieza la pelea Sub Zero congela a Goro y lo deja grogui con un gancho épico, Goro no se rinde y busca pegar algún golpe certero con sus múltiples brazos, por supuesto que Sub Zero es hábil y lo vuelve a congelar, el hombre que estaba fumando sosteniendo el cigarrillo solamente entre sus labios arroja el cigarrillo al suelo, a medio fumar, todo un síntoma de su estado anímico, el joven está a punto de lograr una victoria perfecta, sin que siquiera el monstruo lo haya tocado una sola vez, el joven piensa que la pelea ya está ganada a pesar de que aún le falta ganar un round entonces decide cederle el segundo round al hombre para que el hombre piense que su desempeño después de todo no ha sido tan malo, el segundo round es reñido pero lo gana Goro, el monstruo, y ahora sí, es el momento de la verdad, Goro contra su ex novia, un monstruo contra otro monstruo, y en este round sí Sub Zero se luce, y vuelve a ganar el round sin ser tocado ni una sola vez, es el momento en el que Goro tambalea, son esos diez segundos para realizar la llamada fatality, para decidir si el contrincante morirá de la forma más sangrienta o simplemente caerá al suelo, muerto, la diferencia entre un asesino morboso y un francotirador que dispara desde una ventana con una mira laser de un arma silenciosa, y en esos diez segundos, el joven no pudo hacer otra cosa que reproducir el diálogo en el que ella, Sub Zero, le decía que no sentía lo mismo que él, lo dijo en voz alta, no siento lo mismo que vos, y vio a Goro caer, el hombre lo miro sin comprender mucho lo que estaba pasando.

1 comentario:

  1. Uno diría que francotiradora, que muerte limpia. Pero no, asesinato morboso en retrospectiva.

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